Los centros de salud públicos dominicanos se han convertido en refugios seguros para los haitianos indocumentados, donde pueden recibir atención médica sin riesgo de deportación, a pesar de la intensificación de las redadas migratorias que buscan expulsar a 10,000 indocumentados semanalmente.

En las zonas fronterizas, aproximadamente el 90% de las pacientes son extranjeras, principalmente haitianas. Muchas llegan sin controles médicos previos, con mala alimentación y sin suplementos vitamínicos, presentando patologías graves que requieren atención urgente.

El personal médico mantiene firme su compromiso de atender a todos los pacientes, independientemente de su estatus migratorio, raza o religión. "Realmente lo de la migración es un problema político y los médicos estamos llamados a atender a los pacientes independientemente de su situación", afirma una doctora que prefiere mantener el anonimato.

Desde octubre hasta diciembre, República Dominicana ha deportado a 76,000 personas, mayoritariamente haitianas. Los servicios migratorios suelen realizar operativos en las entradas de los centros de salud, lo que ha llevado a algunas embarazadas a dar a luz en sus casas por temor.

Sin embargo, el personal sanitario insiste en que nunca rechazan pacientes. "No hay ningún tipo de xenofobia. A todo el mundo se atiende por igual", asegura la directora de un hospital fronterizo. Los centros ofrecen servicios gratuitos y el personal médico frecuentemente proporciona vitaminas y medicamentos a las pacientes haitianas, priorizando el aspecto humanitario sobre las directrices administrativas.

La situación refleja la compleja realidad entre ambos países, donde los centros de salud se han convertido en espacios de ayuda humanitaria en medio de una crisis migratoria sin precedentes.

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