La alianza rebelde siria, liderada por islamistas, tomó el control de Damasco en una ofensiva relámpago que derrocó al régimen de Bashar al Asad después de 50 años de gobierno familiar. El presidente huyó del país tras perder el respaldo de Rusia, según confirmó el Ministerio ruso de Relaciones Exteriores.

Decenas de personas irrumpieron y saquearon la residencia de Al Asad en Damasco, mientras que el palacio presidencial fue parcialmente incendiado. Los ciudadanos celebraron en las calles, destruyendo símbolos del régimen como la estatua de Hafez al Asad, padre del presidente derrocado.

La coalición rebelde, encabezada por Hayat Tahrir al Sham (HTS), logró un avance extraordinario en solo diez días, capturando las principales ciudades de Alepo, Hama y Homs antes de tomar la capital. Su líder, Abu Mohamad Al Jolani, llegó a Damasco y pidió a sus combatientes respetar las instituciones hasta el traspaso oficial del poder.

Las reacciones internacionales fueron inmediatas:

• Estados Unidos: Biden sigue "con atención" los acontecimientos
• Unión Europea: Calificó la caída como "positiva"
• Israel: Netanyahu lo describió como "día histórico"
• Turquía: Ofreció ayuda para garantizar la unidad y seguridad del país
• Irán: Reportó el saqueo de su embajada en Damasco

Este cambio de régimen marca el fin de una guerra civil que comenzó en 2011, dejó medio millón de muertos y provocó un éxodo masivo de refugiados. El ministro turco de Relaciones Exteriores declaró que "millones de sirios que se vieron obligados a abandonar sus hogares pueden volver a su tierra".

Hezbollah, antiguo aliado del régimen, retiró sus fuerzas de las afueras de Damasco y la región de Homs, mientras que Israel tomó control de la zona siria del Golán para prevenir el establecimiento de "fuerzas hostiles" en su frontera.

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