Los Ángeles, la segunda ciudad más grande de Estados Unidos, aprobó por unanimidad declararse "ciudad santuario" para migrantes, en anticipación al posible retorno de Donald Trump a la Casa Blanca.

La nueva ordenanza prohíbe el uso de recursos y personal de la ciudad para implementar leyes federales de migración. Entrará en vigor diez días después de que la alcaldesa Karen Bass la promulgue, gracias a una cláusula de urgencia.

Esta medida surge como respuesta a las promesas de Trump de implementar deportaciones masivas y sus nominaciones de funcionarios de línea dura para política migratoria. Los gobiernos regionales liberales, especialmente California, buscan crear protecciones contra posibles políticas migratorias restrictivas.

El concejal demócrata Bob Blumenfield explicó: "Hemos sido una ciudad pro-migración durante años. Sabemos que el presidente electo ve un blanco en nuestra espalda y estamos reforzando nuestras defensas".

El Partido Republicano en Los Ángeles criticó la decisión, argumentando que estas protecciones benefician a personas que ingresaron ilegalmente al país y cometieron otros delitos, aunque las estadísticas contradicen la relación entre inmigración y aumento del crimen que Trump frecuentemente menciona.

Los Ángeles, caracterizada por su diversidad cultural, cuenta con una significativa población de primera y segunda generación de inmigrantes, lo que refleja su histórico papel como ciudad de acogida para comunidades migrantes.

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